Noticias relacionadas con nuestros proyectos de Cooperación en Centroamérica, Ecuador y Perú así como nuestras actividades por toda España y nuestros proyectos de Educación Emancipatoria.

Una mirada global a la pandemia desde los movimientos sociales. Para no volver a la “normalidad”

En pocas semanas nuestra realidad ha sido alterada profundamente por una pandemia que afecta no solo a países empobrecidos, comunidades esquilmadas, y a una población excluida del gran capital internacional, sino que también está golpeando al protegido mundo occidental. Una nueva crisis global está presente, una “crisis sanitaria” que obliga a replantearnos nuestra mirada hacia una extraña normalidad de la violencia impune, la explotación laboral, de la desigualdad social, de la exclusión y el hambre, del éxodo forzado, de los desequilibrios territoriales y de la destrucción del ciclo de la vida de nuestro planeta.

Las luchas sociales y populares que acompañamos (https://www.entrepueblos.org/) siguen haciendo frente a esta crisis multidimensional que afecta a nuestro mundo del siglo XXI: una crisis sistémica, capitalista y financiera; una crisis alimentaria, ecológica, energética; una crisis de cuidados, de valores, cultural; una crisis de lo esencial, de los derechos humanos; que enmarcan esta emergencia sanitaria por la vida.

Este nuevo episodio de la crisis global que se evidencia en la pandemia del coronavirus que estamos viviendo, nos obliga a elaborar y poner en común algunas reflexiones para ahora, y para lo que pueda venir después. Con este propósito, os presentamos este nuevo encuentro virtual, en el que contaremos con:

Raul Zibechi, gran conocedor y cómplice de los movimientos sociales de América Latina, nos ayudará a analizar el contexto que estamos viviendo, y a conocer las experiencias de lucha y resistencia de organizaciones sociales rurales, indígenas, campesinas, y urbanas, que tratan de afrontar la pandemia construyendo alternativas que pongan la vida digna en el centro.

También participan,

Annaïs Sastre. Activista de Arran de Terra y de l’Aresta, por la construcción de una Soberanía Alimentaria de los pueblos. Campaña #SOSCampesinado

Dolores Jacinto. Activista de la Asociación Intercultural de Profesionales del Hogar y Cuidados (AIPHYC). Campaña #RegularizacionYa

– Esta crisis nos recuerda lo evidente: que la alimentación es una necesidad y un derecho humano inaplazable. En este sentido el movimiento por la Soberanía Alimentaria supone una necesidad más evidente que nunca y, a la vez, un contrapoder a la normalidad. Es decir, trata de cuestionar las relaciones de poder establecidas (en el marco de la globalización neoliberal) en el que la alimentación, las personas, los animales, los bienes naturales y hasta la vida misma se mercantilizan. De modo que, existe la necesidad de otra mirada hacia lo local, lo común, hacia la identidad y diversidad de los pueblos, por la sostenibilidad del territorio y de la Tierra, que nos permita construir nuevas formas de producción agroecológica y de consumo responsable, defendiendo el derecho a vivir dignamente en nuestros territorios y en nuestros cuerpos. Y de recordar también que en estos días muchas cosechas están en riesgo de perderse por falta de mano de obra “extranjera” sobre-explotada.

– El capitalismo puede cerrar fábricas durante un tiempo, pero no puede permitirse cerrar los hogares, ni los trabajos de cuidados y de reproducción de la vida. El capitalismo necesita la vida, aunque la vida no necesita al capitalismo. Queremos visibilizar, en general, la feminización de los cuidados, generada por la división del trabajo patriarcal. Queremos visibilizar las cadenas internacionales de los cuidados, a estas personas que, en situaciones de exclusión, precariedad y explotación inhumana, propiciada por las leyes de extranjería, sostienen vidas de nuestras personas más dependientes. Rebelarnos contra la pobreza estructural normalizada y la exclusión social jerarquizada, que ponen de manifiesto la vulnerabilidad de una gran parte de la humanidad. Y resaltar la gravísima irresponsabilidad de las políticas neoliberales que se han desarrollado durante décadas con la privatización y/o desmantelamiento de los servicios públicos, y la desprotección los bienes comunes, contribuyendo más si cabe a acentuar esta emergencia global.

Los movimientos sociales, una vez más, son impulsores de iniciativas regeneradoras para garantizar la vida y construir alternativas a la crisis sistémica de un capitalismo que no respeta ni a las personas ni al planeta.

¡Cooperación solidaria ante la crisis del capitalismo global!

¡Por una Soberanía Alimentaria de los Pueblos!

¡Ninguna persona es ilegal!

Seguimiento de Entrepueblos sobre la crisis del COVID-19

Planeta Tierra, abril de 2020

Estimadas amigas y amigos de Entrepueblos,

y de las organizaciones hermanas de América Latina/Abya Yala

Os escribimos en primer lugar para desearos que estéis bien y os cuidéis mucho en todos los aspectos. Para enviaros un gran abrazo, con un mensaje de solidaridad, esperanza y cercanía en estos momentos de duelo de familiares o personas cercanas, así como de toda clase de incertidumbres ante lo que está por venir.

En esta nueva comunicación queremos dar continuidad a lo que os dijimos al inicio de nuestra cuarentena, actualizando información del seguimiento que estamos haciendo de esta crisis.

Tal como avanzamos hace unas semanas, hemos podido organizarnos para mantener la continuidad de nuestro trabajo, siempre dentro de las limitaciones que nos impone la situación y la necesidad de cuidarnos en lo familiar, lo emocional y lo social. Hemos puesto en marcha una “Comisión de crisis”, compuesta por personas de la Junta y de la Oficina Técnica, para hacer un seguimiento semanal para ir respondiendo a los diferentes desafíos que la situación nos plantea. En la parte técnica realizamos reuniones periódicas a distancia entre el personal de las distintas áreas de trabajo, así como una semanal con las y los cooperantes que están en los países de América Latina. También tratamos de hacer frente a las rigideces de las normas administrativas derivadas del Decreto de Alarma en el ámbito de la cooperación, tratando de que no añadan problemas a los que ya están empezando a sufrir las organizaciones y comunidades de los países en los que trabajamos.

En América Latina la onda expansiva de la epidemia está llegando con semanas de retraso con respecto a lo que estamos viviendo en Europa. Encontramos reacciones muy diferentes en unos y otros gobiernos. Desde los que han anticipado medidas de distanciamiento para tratar de adelantarse a la extensión del virus, hasta algunos que a día de hoy continúan autorizando, cuando no recomendando, actividades masivas. Hay cierta coincidencia, por cierto, entre esta última posición política y la influencia de ciertas confesiones religiosas que, al igual que buena parte de la clase empresarial, se resisten a cerrar sus “negocios”.

A través de nuestras compañeras y compañeros cooperantes, estamos en contacto permanente con las organizaciones sociales aliadas, aunque también a distancia, como requieren las medidas de protección. De estas conversaciones extraemos para compartirlas algunas de las primeras preocupaciones que nos trasladan:

  • Las organizaciones de DD.HH. nos hacen llegar varias alertas sobre cómo la crisis del COVID-19 se está traduciendo en mayores concentraciones del poder, autoritarismos, vulneraciones de derechos, carta blanca e impunidad para las fuerzas policiales, e incluso represión y criminalización a defensoras y defensores, aprovechando las medidas de excepción. En este terreno podemos decir que llueve sobre mojado.

  • La precariedad de los servicios públicos y las décadas de privatizaciones hacen que, aunque la pandemia todavía no ha tomado las dimensiones que ahora registra en Europa, sean de temer situaciones de crisis humanitarias graves, en los casos en que no se logre atajar a tiempo. Un apunte de ello lo tenemos ya en la ciudad ecuatoriana de Guayaquil.

  • Otro ámbito de impactos es el de los impactos económicos asociados. Las elevadas tasas de trabajo informal y precario, así como los déficits de vivienda y suministros básicos, son fuentes masivas de alta vulnerabilidad. Las personas que viven del trabajo informal -que son en algunos países la mitad o más de la población ocupada- dependen de lo que ganan a diario y, por tanto, para ellas quedarse en casa no es una opción. Algunos gobiernos han anunciado pequeñas ayudas a los sectores más desfavorecidos, pero son insuficientes e inconcretas, y lejos de calmar, crean más incertidumbres y alarma social, como está ocurriendo en El Salvador o Guatemala.

  • Desde varios países nos cuentan cómo, mientras se ordena el confinamiento a la población, las empresas extractivas tienen bula para continuar sus actividades. En Perú, por ejemplo, nos notifican los primeros casos en campamentos mineros.

  • Las organizaciones feministas tratan de hacer frente a las consecuencias para las mujeres del “quédate en casa”, tanto en los cuidados, como en la contención de las crisis y las violencias, en la mayoría de los casos supliendo las responsabilidades que corresponden a las instituciones públicas, ofreciendo servicios de atención apoyo, escucha y denuncia.

  • Los países siguen pagando su deuda externa, en unos momentos que se necesitan todos los recursos para la protección social. Y eso no es todo, sino que se teme que tras esta crisis esta deuda se acreciente y suponga mayores recortes sociales y de los servicios públicos si no hay un replanteamiento a fondo de la deuda.

  • Desde el ecologismo social se remarca la necesidad de crear conciencia sobre como el modelo de producción agroindustrial está en el origen de estas epidemias cada vez más recurrentes. Tanto en lo que respecta al avance sin límites de la frontera agrícola y ganadera sobre las selvas y los ecosistemas naturales, como por lo que respecta a los sistemas masivos de hacinamiento animal en macro-granjas con tratamientos alimentarios y zoosanitarios industrializados. Y se alerta sobre el temor de que tras la crisis venga una fase de repunte de las políticas de crecimiento de la economía fósil, que suponga pasos atrás en la ya muy insuficiente agenda para hacer frente a la emergencia climática y ecológica.

Al mismo tiempo, dentro de nuestras limitaciones y las propias del confinamiento, estamos tratando de unir fuerzas y apoyar diferentes iniciativas surgidas desde diferentes movimientos y plataformas en nuestro país, que tratan de dar respuesta a la situación que viven los sectores más vulnerables, como la campaña por el Plan de Choque Social, las demandas de regularización de las personas migradas –tal como se ha hecho en Portugal-, las del colectivo de mujeres en el trabajo doméstico, así como en varias iniciativas feministas o la campaña europea en defensa de la sanidad pública.

Y al mismo tiempo participamos en reflexiones y debates colectivos con organizaciones del ámbito ecosocial y climático, así como en el movimiento feminista, con el objetivo de mirar un poco más allá de la situación actual y tratar de analizar las causas y las consecuencias de esta crisis, así como de abordar las incertidumbres del “día después”.

También hemos organizado en estos días algunas actividades directas de diálogo e intercambio, como las videoconferencias Economía Feminista, para no volver a la “normalidad” ¡Todas, tenemos derecho a vivir dignamente! y Una mirada global a la pandemia desde los movimientos sociales. Para no volver a la “normalidad” con voces desde los feminismos y los mivimientos sociales, de aquí y de diferentes países de América Latina.

Hace casi una década editamos una publicación titulada “No dejes el futuro en sus manos. Cooperación solidaria ante la crisis del capitalismo global”, donde definíamos la crisis global como “una crisis multidimensional en la que se suman las crisis alimentarias, la energética, la de los cuidados, la crisis económica y financiera, crisis de representación política, crisis migratoria y de personas refugiadas, crisis climática y ecológica… Pero no tenemos varios planetas ni sociedades donde se desarrollen por separado cada una de estas dimensiones, sino que todas confluyen e interactúan sobre una misma realidad física y social”.

Aunque es pronto todavía para consolidar conclusiones, este nuevo episodio de la crisis global que estamos viviendo nos empieza a apuntar algunas reflexiones a retener para lo que pueda venir después:

  • La gravísima irresponsabilidad de las políticas neoliberales que se han desarrollado durante décadas con la privatización y/o desmontaje de los servicios públicos y de los bienes estratégicos.

  • Que, mientras la mayor parte de las empresas han tenido que detener su producción -para la que “todavía” se requieren personas humanas- lo que nunca se puede detener es el trabajo reproductivo, este que en nuestra sociedad se realiza en el ámbito doméstico. Ahí han ido a parar la mayor parte de las tensiones, desazones, frustraciones y necesidades de cuidados que conlleva esta crisis, con todo lo que ello significa para las personas –en su mayor parte mujeres- que lo sostienen.

  • Este ámbito doméstico se ve complementado con la socialización virtual por medio de todo tipo de plataformas y pantallas. Un mundo mágico lleno de paradojas y ambivalencias, que nos permite desplegar toda nuestra empatía y compasión con personas queridas de otros continentes, al mismo tiempo que nos permite ignorar la muerte del vecino del piso de abajo; que es capaz de dar alas a nuestra creatividad y al mismo tiempo de hacer palidecer las pesadillas de George Orwell sobre el control social por parte de los estados y las grandes compañías del “big data”. Una magia que, recordémoslo, se basa en materiales minerales relativamente escasos.

  • Otra conclusión importante es la necesidad de la relocalización de la producción y el consumo de bienes básicos, es decir de la soberanía social. Ninguna comunidad humana puede permitirse el lujo de depender de importaciones transnacionales y de intereses especulativos para proveerse de los medios que sostienen la salud, la alimentación y el resto de suministros básicos para la vida.

  • Pero esta soberanía no puede plantearse desde el exclusivismo o el primacismo, sino desde el internacionalismo, es decir, desde la conciencia de que vivimos en un solo mundo y que para subsistir debemos cooperar, si no es por solidaridad, por lo menos, por egoísmo inteligente. En estos días en que los EE.UU. se han encaramado en la primera posición de los países afectados por el COVID-19, el “American first” de Donald Trump sonaría cómico si no fuera porque quienes están pagando las consecuencias de estas deliberadas sandeces son las poblaciones más vulnerables y racializadas en los barrios, por ejemplo, de Nueva York.

Esta conciencia internacionalista, que venimos practicando desde hace más de 30 años, es la que nos une con tantas personas y organizaciones, de aquí y de América Latina, la que nos hace convertir en estímulos estos retos abrumadores.

De estas valoraciones que nos llegan de América Latina, y de los intercambios de reflexiones con las organizaciones de aquí y de allá, surgirán seguramente ideas para nuestro trabajo en los próximos años, que debemos empezar a trazar a partir de la próxima asamblea, que como sabéis, se tenía que haber realizado los próximos 2 y 3 de mayo en Valencia. En estos momentos aún no nos atrevemos a aventurar una nueva fecha, esperamos poder hacerlo en cuanto la situación nos lo permita. Para todo ello esperamos seguir contando con vuestro interés y apoyo como hasta ahora.

Abrazos y seguiros cuidando.

Economía Feminista, para no volver a la “normalidad”

Comisión Feminismos Entrepueblos

 

Encuentro virtual:

Economía Feminista, para no volver a la “normalidad”
¡TODAS, TENEMOS DERECHO A VIVIR DIGNAMENTE!

Con la participación de: Cristina Carrasco Bengoa, Natalia Quiroga Díaz, Verónica Gago, Karla Lara, Carmen Juares Palma y Trinidad Cuesta Sánchez [+ info]

Coincidiendo con la publicación en redes del libro editado por Entrepueblos “Economía feminista, desafíos, propuestas y alianzas”


Economía Feminista, para no volver a la “normalidad”

¡TODAS, TENEMOS DERECHO A VIVIR DIGNAMENTE!

En pocos meses las personas que habitamos el Planeta Tierra nos hemos visto sorprendidas por una “emergencia sanitaria” provocada por la pandemia de enfermedad por coronavirus. Pero hace demasiado tiempo que diversidad de voces alertan sobre la llamada “crisis global”, “crisis civilizatoria” del sistema capitalista que nos ha ido golpeando a lo largo de décadas: crisis alimentaria, energética, de los cuidados, crisis económica y financiera, crisis de representación política, crisis migratoria y de personas refugiadas, crisis climática y ecológica. Pero no tenemos varios planetas ni sociedades donde se desarrollen por separado cada una de estas dimensiones, sino que todas confluyen e interactúan sobre una misma realidad física y social.

El capitalismo heteropatriarcal, racista, militarista y colonial en su proceso de globalización, ha hecho crecer las condiciones de precariedad económica, social y afectiva de las personas, con diferentes intensidades, en todos los continentes con un objetivo claro: acelerar la mercantilización de la vida y del planeta.

Tiempo de la verdad desnuda, sin adjetivos, donde las palabras y los hechos no pueden ir por separado. El feminismo está poniendo sobre la mesa un nuevo sentido común que necesitamos desesperadamente: la vida y los cuidados en el centro de la vida, la solidaridad, el apoyo mutuo, la comunidad y la conciencia crítica, por encima del individualismo y la cultura del miedo. Hemos de tomar conciencia que somos dependientes, ecodependientes, e interdependientes. Podemos ser autónomas, pero no autosuficientes. Estos valores son la mejor receta para el coronavirus.

En este sentido, en el apartado PUBLICACIONES de nuestra Web puedes descargarte el libro que editamos en ENTREPUEBLOS-ENTREPOBLES-ENTREPOBOS-HERRIARTE, “Economía feminista. Desafíos, propuestas, alianzas” coordinado por Cristina Carrasco Bengoa y Carme Díaz Corral, con textos de: Cristina Carrasco Bengoa, Carme Díaz Corral, Silvia Federici, Verónica Gago, Yayo Herrero, Yolanda Jubeto Ruíz, Mertxe Larrañaga Sarriegi, Amaia Pérez Orozco, Natalia Quiroga Díaz, Corina Rodríguez Enriquez.

Creemos que el contenido de este libro nos puede servir como excusa para pensar juntas qué estamos haciendo y qué queremos hacer en estos momentos de emergencia sanitaria y pandemia del capital, tejiendo redes de feminismos internacionalistas, ecologistas, decoloniales, antirracista, con propuestas alternativas al sistema capitalista depredador que despoja de derechos, desprotege y mata.

Contra todas las pandemias del capital: más políticas públicas de protección social con carácter universal, más redes de solidaridad y más empoderamiento social. Estos valores son la mejor receta frente al coronavirus, para resistir y sumar rebeldías solidarias.

¡POR UNA COOPERACIÓN FEMINISTA ENTRE LOS PUEBLOS!
¡TODAS, TENEMOS DERECHO A VIVIR DIGNAMENTE!

Deuda externa, deuda ecológica y COVID-19

El coronavirus puso en la agenda internacional la urgencia de suspender los pagos de la deuda externa de los países del Sur, para atender la crisis sanitaria y alimentaria.  A pesar de ello y de las demandas de organizaciones e instituciones del Ecuador para que el Gobierno suspenda el pago de los Bonos Global 2020, en este mes de marzo, en plena crisis del virus, lo pagó aduciendo la necesidad de hacerlo para poder acceder a nuevos créditos.  El Ecuador destina actualmente más de 7.000 millones de dólares anuales para pago de deudas.  Suspender este pago implicaría contar con recursos propios para atender a la crisis y no recurrir a nuevo endeudamiento.

Uno de los aportes desde el ecologismo fue establecer una relación directa de la deuda externa con la devastación ambiental, a eso llamamos deuda ecológica.  La ecuación es sencilla, a más deuda más devastación.

En la base de la pandemia están los impactos sociales, económicos y ambientales porque se alteraron las relaciones dentro del mundo natural.  Y el sistema de endeudamiento fue una de las causas que provocó este desbalance.

Por un lado están los condicionamientos y ajustes sociales y ambientales que se han aplicado a través de los acuerdos con el FMI y el BM, para garantizar el pago de la deuda externa, lo que ha significado mayor empobrecimiento de la población y la actual crisis de los sistemas de salud, que no pueden responder a la emergencia sanitaria para combatir el COVID19.

Por otro, la deuda externa ha sido uno de los mecanismos para impulsar la explotación petrolera y minera, expansión del agronegocio, construcción de represas y grandes infraestructuras, que han causado deforestación, pérdida de biodiversidad, contaminación por desechos industriales del suelo, aire y fuentes de agua, provocando enfermedades, desnutrición y desplazamiento de poblaciones hacia las ciudades en situaciones de marginación lo que agrava las condiciones de contagio del virus.

La deuda externa ha generado así una inmensa deuda social y ecológica con los pueblos del Sur. Ya no sólo se trata de la deuda con las economías tradicionales del norte global, sino también con los países emergentes, particularmente con China.  El Ecuador adeuda a China más de 6000 millones de dólares. Tras esta deuda se encuentra la explotación minera a gran escala, ampliación de la frontera petrolera, construcción de represas e hidroeléctricas, que además de ser un fracaso tecnológico, han provocado destrucción ambiental.  Recordemos cómo desapareció la más bella cascada del Ecuador.  Debido a los compromisos adquiridos por el endeudamiento ahora se pretende entrar al Yasuní, a sacar petróleo cuyo valor no compensa ni el de la extracción.

El coronavirus afecta a toda la humanidad y da lecciones a todos los países.  Nos dice que es más importante la salud que la economía, que la salud debe ser pública y democrática, que no se puede actuar a espaldas de la sociedad, que la transparencia de la información es la mejor protección y sobre todo que el planeta está poniéndonos límites.

La antigua agenda del No pago de la deuda externa recobra vigencia.  Se deben suspender los pagos y anular la deuda externa, y utilizar estos fondos para responder de forma inmediata y adecuada a la crisis sanitaria, alimentaria y económica en especial de los pueblos y de sectores con mayor riesgo, debido a sus condiciones sociales, económicas y ambientales.  También se debe detener la contratación de nuevo endeudamiento que significará continuar esclavizados a condicionamientos y pagos de la deuda y sus inconmensurables impactos.

Pero la deuda ecológica es más vigente que nunca.  No se trata solamente del empobrecimiento y saqueo de las economías del Sur, ni de contar con recursos para la salud de los seres humanos, esto sería una visión antropocéntrica.  Se trata de recuperar las posibilidades de que la especie humana se mantenga en el planeta, ya no como una plaga, sino como parte de las relaciones de armonía y cuidado de la casa común.  Y aquí las poblaciones hoy empobrecidas tienen mucho que decir, saben vivir con menos recursos, mantienen, a pesar de la globalización, del FMI y del BM, selvas, territorios y relaciones de complementariedad que deben ser protegidas.

Si algo nos ha enseñado el coronavirus es la necesidad urgente de parar este modelo capitalista y sus mecanismos de saqueo, y buscar una transición hacia formas de vida autónomas, comunitarias y armónicas con la naturaleza.

Esto significa replantearnos relaciones de igualdad, complementariedad y colaboración entre las personas, las sociedades y la naturaleza.  Respetar la diversidad cultural y natural, las formas de vida de los pueblos indígenas, campesinos, afrodescendientes, pescadores, sus territorios y autodeterminación.  Priorizar el cuidado de la tierra, el agua, el aire y las posibilidades de reproducción de la vida. Garantizar las mejores condiciones para la producción agroecológica campesina y precautelar la soberanía alimentaria de los pueblos.  Repensar las economías locales y nacionales y la solidaridad internacional. Transformar las ciudades en lugares sustentables.  Propender al consumo consciente, sano y respetuoso del ambiente. Transitar hacia la soberanía energética, alternativa y descentralizada.  Promover formas de organización democrática, participativa y autónoma para la toma de decisiones locales, nacionales e internacionales. Restaurar de forma integral los ecosistemas afectados por las actividades extractivas, agronegocio, megainfraestructuras.  Conservar y defender los derechos de la naturaleza; garantizar el sumak kawsay para las actuales y futuras generaciones.

ACCIÓN ECOLÓGICA
30 de marzo de 2020

El laboratorio neoliberal de la fresa de Huelva

Pastora Filigrana 

Los debates dentro de la izquierda plantean si es más importante empezar por la lucha de clase, la lucha contra el racismo, contra el patriarcado o contra el desarrollismo. Muchos de estos debates buscan una respuesta unívoca del tipo: «la clase en el centro» o «lo racial es lo determinante». La polarización en los debates obvia algo esencial y es que estas son realidades entrecruzadas, indisolubles que se encarnan en los cuerpos de trabajadores, y que se manifiesta con mayor violencia dependiendo del género y el origen.

Cuando decimos que el neoliberalismo se basa en la explotación del trabajo, asalariado o no, y que esta explotación se realiza entrecruzando diferentes ejes de opresión, como son el género y la raza, no estamos diciendo algo abstracto e intangible. Esta evidencia de la alianza opresiva entre clase-raza-género puede verse, olerse y tocarse a escasos kilómetros de la Sevilla natal de esta publicación: en la macro explotación del fruto rojo de Huelva. Además, esta acumulación de riquezas no solo necesita la explotación del trabajo vivo, sino que necesita también la sobre-explotación de la tierra y los recursos naturales. La agricultura intensiva del fruto rojo en Huelva es un claro ejemplo de todo esto.

La explotación laboral de la fresa

En Huelva se dedican once mil hectáreas al cultivo del fruto rojo, aunque popularmente se conoce como la fresa. Huelva produce el 100% de la frambuesa española, el 96% de los arándanos y el 97% de la fresa. Durante los meses de marzo a mayo se lleva a cabo la recolección de la fruta, una tarea que, se calcula, necesita más de ochenta mil personas trabajando. Los beneficios que supone el cultivo de este fruto para la comarca onubense ascienden a cuatrocientos millones de euros.

Las empresas que conforman la patronal fresera, al igual que cualquier patronal, tienen dos recursos disponibles para aumentar sus beneficios: la innovación tecnológica y el abaratamiento del salario. La innovación tecnológica en un proyecto empresarial como este es muy limitada. Cultivar bajo los invernaderos, los famosos plásticos, supuso en su día una de estas innovaciones tecnológica que disparó los beneficios porque permitió producir fresas fuera de sus ciclos naturales. Sin embargo, la innovación tecnológica toca techo y, máxime en la recolección y por la propia delicadeza del fruto, no permite usar máquinas. El único recurso que tiene la patronal para aumentar beneficios es por tanto el salario, es decir, pagar lo menos posible por el mayor trabajo posible. Veamos las estrategias utilizadas para este abaratamiento salarial que revierte directamente en las ganancias de la empresa:

  1. El Convenio del campo de Huelva es el que establece el salario más bajo para esta labor en el Estado español. En la actualidad el salario día para una jornada de trabajo es de cuarenta y dos euros, un precio por debajo del nuevo salario mínimo interprofesional. Para que pudiera pactarse un salario mayor sería necesario que los sindicatos negociaran con presión frente a la patronal. La realidad es que los sindicatos mayoritarios firmantes del Convenio huyen de esta confrontación y temen romper la paz social de la industria más importante de la provincia. Los sindicatos minoritarios, con una tradición más combativa, tienen poca representación en la comarca principalmente porque la población jornalera es inmigrante con mucha movilidad y difícilmente se quedan a construir sindicatos.

  2. Otro de los recursos para abaratar el salario lo puso en bandeja la propia ley de extranjería. Esta ley permite la contratación de personas trabajadoras en su país de origen que vendrán directamente para la campaña de recogida de la fruta y se volverán cuando esta acabe. Este año vinieron más de 19 000 mujeres marroquíes a través de esta posibilidad que otorga la ley de extranjería. Las jornaleras desconocen el Convenio y gran parte de sus derechos, viven en situaciones de aislamiento en las fincas y se les ocultan los mecanismos que deben activar en el caso de que sufran algún abuso empresarial. En teoría deben cobrar el salario que establece en el Convenio del campo en la provincia, pero según sus testimonios rara vez lo cobran y sus posibilidades de reclamar judicialmente son escasas porque entre otros motivos serán devueltas en cuanto acabe la campaña. En la parte del salario legal que la patronal no paga a estas trabajadoras está la ganancia empresarial.

La explotación racial de la fresa

Como viene exponiéndose, uno de los recursos del capital para obtener mayores beneficios es abaratar salarios y esto será más fácil cuanto más extremas sean las condiciones vitales de las personas trabajadoras. Según el orden económico mundial, las personas hijas de la colonia, es decir, no occidentales, siempre estarán en una desventaja económica respecto a occidente.

El mundo funciona por la sustracción sistemática de recursos materiales y humanos de dos terceras partes de la población mundial hacia una primera parte. Esta ordenación económica, que comienza en el siglo XV con la expansión del capitalismo, situó en la jerarquía de la pirámide social a la población europea blanca y las poblaciones del resto del mundo quedaron convertidas en colonias productoras de materias primas y cuerpos trabajadores baratos en pos del desarrollo de la Europa blanca. Es por esto que el racismo es un factor de ordenación de la riqueza en el mundo y no solo una actitud de intolerancia de los diferentes como suele usarse coloquialmente. Por eso siempre es más barato contratar a personas migrantes: porque son más pobres.

El contrato en origen de personas trabajadoras inmigrantes se empezó a utilizar con población de Europa del Este y las jornaleras eran polacas, lituanas o ucranianas. En el año 2006 se decidió cambiar por población marroquí y el acuerdo se hace desde entonces con el Reino de Marruecos. Esta decisión no fue casual. Las trabajadoras de Europa del Este eran problemáticas, exigían derechos, salían de noche, querían quedarse después de la campaña y hasta se echaban novios onubenses. Las marroquíes se presentaban como una opción más dócil: son musulmanas, salen menos, deben respeto a sus familias y maridos, no se han criado en el comunismo y están naturalmente acostumbradas a servir sin rechistar. Esto es el racismo y el colonialismo como estrategia de explotación a favor de los intereses del capital.

La explotación de género en la fresa

La patronal fresera solo quiere mujeres. Como decíamos al principio, durante la recogida de la fresa se requieren varios miles de personas trabajando. Muchas de ellas son mujeres y hombres autóctonos, pero para los puestos que no se llegan a cubrir con la población autóctona se requiere la contratación de personas inmigrantes. Para esto es para lo que se utiliza la contratación en origen.

Al Gobierno marroquí se le hacen llegar las necesidades de mano de obra de cada empresa y se encargarán de una preselección en origen. Hay una cualidad en la que coinciden al 100% todas las empresas: que sean mujeres. Además, se requiere que tengan familia a su cargo en su país de origen, al menos un hijo menor de 12 años. Los empresarios justifican la decisión por la delicadeza que requiere el trabajo de la recogida de la fresa. La realidad que se oculta detrás es que en el imaginario machista se considera que una mujer será menos conflictiva sindicalmente que un hombre a la hora de reclamar sus derechos. Si a esto además se le suma que es una mujer pobre, que por el mismo trabajo de recolección en su país cobra un jornal de siete euros, que tiene hijos a su cargo y una familia musulmana, su docilidad será mayor.

La infantilización en el trato es muy común: incluso en declaraciones públicas, los empresarios hablan de castigos a las trabajadoras en lugar de sanciones laborales. La mujer pobre, musulmana, inmigrante y con hijo a su cargo, se convierte en el sujeto perfecto para abaratar salarios y condiciones laborales, en general, sin temor a una respuesta sindical organizada. Cuando hablamos de la alianza entre el capital y el patriarcado no es solo una consigna, es esto. 

La sobrexplotación de la tierra en la fresa

La producción fresera está regada con las aguas subterráneas que nutren las lagunas y los ecosistemas del Parque Nacional de Doñana. La Junta de Andalucía reconoce que el 15% de estos riegos son ilegales pero las asociaciones ecologistas que trabajan en la zona mantienen que el 30% de las plantaciones de fresa se nutren de acuíferos ilegales que afectan directamente al Parque Natural. Esto supone que una de cada tres hectáreas de plantaciones de fruto rojo se riega ilegalmente a costa de las aguas subterráneas del Parque. En la actualidad, España se enfrenta a una sanción por incumplir la normativa europea sobre aguas. Sin embargo, la Junta de Andalucía se niega a declarar la zona con acuíferos sobrexplotados en una clara connivencia con los intereses de la patronal fresera.

Este agotamiento de los acuíferos repercute directamente en la pérdida de biodiversidad. La supervivencia de varias especies autóctonas de aves, mamíferos, plantas e insectos está en peligro. Esto no va de salvar pajaritos desmontando la economía local y la renta de muchas familias. Esto va de que la pérdida de biodiversidad repercute en la desaparición del ecosistema que nos procura el alimento, el agua y la salud. Estamos cortando la rama del árbol sobre la que estamos sentadas.

De lo aquí contado se puede concluir que la ganancia de la patronal fresera pasa por el abaratamiento de las condiciones de trabajo de las jornaleras y jornaleros. Y que, para que este ataque a los derechos de personas trabajadoras genere la menor protesta posible, se escogen a las personas en una situación de vulnerabilidad mayor. En un sistema-mundo patriarcal y racista las personas en una situación de mayor vulnerabilidad son las personas no-blancas que no habitan en Occidente, la migración y, de entre estas gentes, las mujeres. Pobreza, machismo, racismo e insostenibilidad de la tierra al servicio de la ganancia del capital.

Información de Entrepueblos ante la crisis del COVID-19

Mientras nos hallamos en la fase más crítica de la emergencia sanitaria por el coronavirus, queremos compartir con las amigas y amigos de Entrepueblos algunas de las medidas que estamos tomando y también apuntar algunas reflexiones. Todo con la esperanza de que esta crisis sea lo más leve y corta posible, y que, como comunidad, como organización y como personas, logremos sacar en ella, y en lo que vendrá después, lo mejor de lo que seamos capaces.

Queremos avisaros de que cancelamos la actividad externa y a tomar las medidas necesarias en cuanto a la actividad interna y de nuestra oficina técnica. Las asumimos como medidas para que todas las personas involucradas nos podamos sentir seguras, cuidar de nosotras mismas y de las personas que nos rodean en nuestras familias y en la comunidad.

Para la atención al público, seguiremos con los canales habituales:

📞 +34 690 743 407

📧 info@entrepueblos.org

No obstante, si tenéis el correo o número de teléfono directo del personal con quién queráis comunicaros podéis hacerlo, igualmente por mensajes de Whatsapp o Telegram, o a través de nuestras redes sociales

También queremos informaros que hemos habilitado un sistema de videoconferencias para suplir en lo posible nuestras reuniones presenciales. Queremos sentirnos cerca, aunque tengamos que tomar medidas que aumenten la distancia física que nos separa.

A partir de ahora nos toca dejar pasar los próximos días o semanas para ver cómo evoluciona la situación, y también para ver si hay que tomar medidas adicionales, como por ejemplo aplazar nuestra Asamblea General anual. Si hay novedades al respecto, os iremos informando.

En el plano más técnico, al momento de escribir esta nota tenemos que apuntar como positiva la primera reacción del Ayuntamiento de Madrid, que anuncia una suspensión de los plazos para la ejecución de proyectos y presentación de justificaciones. Ojalá logremos que esto se generalice en otras administraciones. Y luego habrá que poner atención para  que la cooperación internacional no vuelva a ser víctima de esta nueva crisis.

Quizás nos falta suficiente perspectiva para hacer un análisis de lo que está sucediendo estos días y lo que vendrá “el día después”, sobre sus causas consecuencias, para hacer valoraciones de todo ello que no caigan en la ingenuidad, ni en la paranoia. Aunque no cabe duda de que nos encontramos ante un fenómeno más de la crisis global.

Este tipo de emergencias son circunstancias extrañas porque nos demandan rebeldía y disciplina al mismo tiempo. Ponen a prueba la reacción de los diferentes resortes de la sociedad, tanto del estado como de la ciudadanía. Y son una buena oportunidad para poner en valor el cuidado, la solidaridad, el apoyo mutuo, la comunidad y la conciencia crítica, poniendo la vida y las vidas en el centro, por encima del individualismo y la cultura del miedo. Estos valores son la mejor receta para el coronavirus.

Y hablando de valores, también es un excelente momento para poner conciencia en la grandísima importancia de defender nuestros sistemas públicos de sanidad y protección social, después de tantas décadas de pensamiento único neoliberal. En estos días, Entrepueblos nos hemos adherido a la campaña #PlanDeChoqueSocial, reclamando al Gobierno medidas urgentes ante los riesgos sanitarios, económicos y sociales provocados ante la crisis del coronavirus y que pone hacia las personas más vulnerabilizadas,  como siempre estaremos apoyando y promoviendo todas las luchas en favor de las víctimas de violencia, las personas migrantes, las trabajadoras domésticas y sobre la carga que supone a todas las cuidadoras

¡Son momentos de extremar nuestra solidaridad!

Estamos en un periodo de semi-parón, de reflexión, aprovechémoslo. ¿Qué hubiéramos dado en otro momento para poder disfrutar unos días así de freno a las exigencias de nuestra estresante cotidianidad? Renovemos fuerzas, porque, cuando esta emergencia vaya remitiendo, se adivina una pugna muy fuerte de los diferentes sectores del poder político y económico para capitalizarla en función de sus propios intereses.

Como se dice en un escrito que circula estos días “entramos en un momento de instrospección obligada por la primera pandemia directamente relacionada al modelo extractivista que el capitalismo fósil aceleró en los últimos 30 años. Nos decían que era imposible cambiar tan rápido, está crisis demuestra que no solo es posible, sino necesario”.

Un abrazo para todxs y permanezcamos juntxs en la distancia

 

 

 

A 4 años del asesinato de Berta Cáceres, las políticas extractivistas de Honduras mantienen en grave riesgo a las poblaciones indígenas

Honduras representa un territorio en constante resistencia; un país que asumió la lucha y la resiliencia como componente elemental para la defensa de los derechos humanos y la democracia. Ante las constantes y múltiples amenazas a sus territorios, cuerpos, patrimonios e identidades, la defensa de derechos humanos, del agua y de la tierra es una labor obligada que suele conllevar nuevos y profundizados riesgos.

En la historia de Honduras, y del mundo, el asesinato de la defensora y lideresa indígena lenca Berta Cáceres, sin duda, representa un hito que dio cuenta de los graves patrones de violencia perpetrados impunemente contra las personas defensoras en la región latinoamericana y que colmó a la sociedad de indignación y un renovado anhelo de justicia.

A 4 años de su asesinato; sin embargo, el Estado de Honduras continúa priorizando sus intereses extractivos sobre el respeto, la protección y garantía de los derechos humanos de la población. Para 2019, había al menos 137 concesiones mineras y de producción de energía e hidrocarburo otorgadas en territorios indígenas. Ahora, el Estado pretende discutir un proyecto de Ley de Consulta Previa, Libre e Informada que, según han denunciado los pueblos indígenas y afroindígenas, facilitaría la instalación de grandes proyectos extractivos en sus territorios e incrementaría la violencia y la violación de los derechos humanos de los pueblos.

Ante la oposición legítima de las poblaciones a esta política estatal, la respuesta del gobierno se ha caracterizado por la represión a la protesta social mediante el uso excesivo de la fuerza, los ataques, la criminalización. Los asesinatos, hostigamiento y persecución contra miembras de la Organización Fraternal Negra de Honduras (OFRANEH), las amenazas y ataques contra comunidades indígenas lencas organizadas del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH), la criminalización de defensoras del agua en Guapinol así como defensores de la tribu Tolupán, dan cuenta de estos riesgos. Incluso en esta misma semana se ha instalado una campaña en redes sociales y medios de comunicación nacionales que busca difamar y estigmatizar la labor del COPINH y organizaciones nacionales e internacionales que acompañan su búsqueda de justicia.

En el cuarto aniversario de la siembra de Berta Cáceres, no ha habido justicia. Aunque el pasado mes de diciembre se dictaron las condenas en contra de los autores materiales de su asesinato, la estructura criminal responsable de planificar y financiar el crimen, continúa en absoluta impunidad. A la fecha, tan solo David Castillo, gerente general de la empresa Desarrollos Energéticos S.A. (DESA) ha sido investigado por la autoría intelectual del asesinato y su proceso se ha caracterizado por dilaciones que han impedido avanzar hacia su juzgamiento.

La clara intención del Estado de perpetuar la impunidad, en connivencia con grupos de poder empresariales y militares, no ha detenido la digna y legítima lucha por justicia que han emprendido el COPINH, los pueblos indígenas y afro indígenas, el movimiento social y popular de Honduras, el pueblo hondureño y la familia de Berta Cáceres.
Con su alegre rebeldía, la resistencia de los pueblos es inspiración para quienes, desde distintas trincheras, buscamos mantenernos firmes ante los distintos embates de la desigualdad que no cede.

Así, este 02 de marzo, organizaciones nacionales e internacionales que monitoreamos la situación de derechos humanos en Honduras conmemoramos la vida y la lucha de Berta Cáceres que, como aseguran las comunidades, se ha multiplicado en las voces de millones alrededor del mundo.

Al tiempo, denunciamos que el Estado de Honduras sigue en deuda, no sólo en el caso de la defensora lenca Berta Cáceres, sino en los casos de todas las personas defensoras asesinadas, violentadas y criminalizadas que al día de hoy no han conseguido justicia. Garantizar la investigación, juzgamiento y sanción de todas las personas responsables del asesinato de Berta Cáceres es una obligación del Estado de Honduras y debe ser también un paso firme hacia la ruptura de la impunidad sistemática que ahoga al país, y así garantizar la no repetición de estos hechos contra personas defensoras de derechos humanos.

Reconocemos y respaldamos la legítima labor de defensa de derechos y la búsqueda de justicia que ejerce el COPINH, organización que, a cuatro años de la siembra de su lideresa, se alza fuerte, y con firmeza y dignidad hace frente a los embates que desde distintos frentes buscan acabar con su lucha.

Sostenemos también que la articulación de organizaciones locales e internacionales, que monitoreen y levanten la voz ante las violaciones de derechos humanos que ocurran en el país, es fundamental para hacer frente a contextos tan adversos. Así, reafirmamos una vez más nuestro compromiso de continuar vigilantes hasta avanzar hacia la garantía del respeto de los derechos humanos en Honduras.

En esta nueva conmemoración de la siembra de Berta Cáceres, enviamos nuestra solidaridad y abrazo a su familia, a las comunidades del COPINH, al movimiento feminista y al pueblo hondureño, y reiteramos que justicia para Berta es justicia para los pueblos.

Firman: 
Centro de Derechos de Mujeres (CDM)
Centro por la Justicia y el Derecho Internacional (CEJIL)
Entrepueblos
Equipo de Reflexión, Investigación y Comunicación (ERIC-SJ)
FIDH, en el marco del Observatorio para la Protección de los Defensores de Derechos Humanos
Fondo de Acción Urgente de América Latina y el Caribe (FAU- AL)
Foro Honduras Suiza
Front Line Defenders
Fundación Acceso
Guatemala Human Rights Commission – USA
Honduras Delegation – Alemania y Autria
Iniciativa Mesoamericana de Mujeres Defensoras de Derechos Humanos (IM-Defensoras)
JASS
Latin America Working Group (LAWG)
Oficina Ecuménica por la Paz y la Justicia – Alemania
Organización Mundial Contra la Tortura (OMCT), en el marco del Observatorio para la protección de los Defensores de Derechos Humanos
Protection International
Red Nacional de Defensoras de Derechos Humanos en Honduras

CANCELADA 32 Asamblea General de ENTREPUEBLOS

Estimadas amigas y amigos,

Desde la Junta Directiva de Entrepueblos Entrepobles Entrepobos Herriarte, ante la emergencia sanitaria por el coronavirus, se ha acordado aplazar nuestra 32 Asamblea General

Como ya sabéis, nuestra Asamblea General anual es el espacio donde la organización en su conjunto, participa en la toma de decisiones, aprobación de documentos, cuentas, memorias,.. además de temas que presidirán el día a día de nuestra actividad durante el próximo año.

Se ha constituido un Comité de seguimiento de la situacion que estará trabajando junto a nuestra Junta Directiva. Y, en cuanto la situación lo permita, anunciaremos la nueva fecha, garantizando que podamos sentirnos seguras y dentro de los plazos legales.

Con la esperanza de que esta crisis sea lo más leve y corta posible, y que, como comunidad, como organización y como personas, logremos sacar en ella, y en lo que vendrá después, lo mejor de lo que seamos capaces.

¡¡Son momentos de extremar nuestra solidaridad, y pensar en las personas que puedan resultar más vulnerabilizadas!!

 


CANCELADA XXXII Asamblea General


La XXXII Asamblea General, además de un acto de debate, participación y democracia interna, será también de encuentro y de fiesta.

Se celebrará en VALENCIA los próximos días 📆 1, 2 y 3 DE MAYO en:

Viernes 1

Escuela Meme en Benimaclet
Calle del Poeta Ricard Sanmartí, 17
46020 Valencia

Sábado 2 y domingo 3

IES ISABEL DE VILLENA
Calle Isabel de Villena, 4
46011 Valencia

PROGRAMA

Viernes 1 de mayo, en la Escuela Meme (Benimaclet)

18:30 Estreno del documental “defensoras, cuerpo y territorio”, La Cosecha.

Sábado 2 de mayo, en el IES Isabel de Villena

09:30 Inscripciones y entrega de los materiales
10:00 Bienvenida
Presentación de la Asamblea General y la “Asamblea Entrepeques”
Constitución de la mesa de la Asamblea General.
10:30 Balance económico de 2019. Presupuesto de 2020.
Memoria de las actividades de 2019.
12:30 Descanso
13:00 Relevo de la Coordinación y reorganización de la Oficina Técnica
14:00 Comida
16:30 Mesa “Contexto de los movimientos sociales en América Latina”, con Raul Zibechi
18:00 Descanso
18:30 Mesa sobre defensores y defensoras en Centroamérica

Domingo 3 de mayo, en el IES Isabel de Villena

10:00 Talleres temáticos
11:30 Plenario
12:30 Conclusiones de la “Asamblea Entrepeques”
13:00 Clausura de la XXXII Asamblea

 

📝 Ficha de inscripción que podéis enviar por fax 93.268.49.13 o por e-mail administracion@entrepueblos.org lo antes posible, indicando vuestros datos y el modo de inscripción.

Descárgate aquí la ficha de inscripción ➡ Inscripción asamblea Valencia 2020 📝

Para facilitar las tareas de organización y en la medida que sea posible, os agradeceríamos que una vez rellenada y enviada la ficha de inscripción, efectuéis un ingreso (según la opción escogida) a la cuenta de Entrepueblos:

Triodos Bank ES05-1491-0001-21-3000079938 (en este caso podéis enviar también el comprobante del ingreso)

👁‍🗨Fecha límite de inscripción: 18 de marzo de 2020

* Durante los dos días se realizará en paralelo la “Asamblea Entrepeques” con actividades para las niñas y niños asistentes, que también presentarán sus conclusiones en el plenario final del domingo. Os agradeceríamos que quienes queráis asistir con niños y niñas nos lo hagáis saber antes del 18 de marzo, para poder preparar bien este espacio.

 

Saludos solidarios,
Junta Entrepueblos-Entrepobles-Entrepobos-Herriarte

COMUNICADO FEMINISTA 8 DE MARZO 2020

Desde la comisión de feminismos de Entrepueblos-Entrepobles-Entrepobos-Herriarte nos sentimos comprometidas con las movilizaciones feministas convocadas para este 8 de Marzo 2020.

“Despertemos, despertemos humanidad!, ya no hay tiempo! nuestras conciencias serán sacudidas por el hecho de sólo estar contemplando la autodestrucción, basada en la depredación capitalista, racista y patriarcal (Berta Cáceres) ”
¡4º Aniversario de la siembra de Berta !
¡Berta Vive! La lucha sigue y sigue #JusticiaParaBerta

El 8 de marzo es una jornada de acciones feministas en todo el mundo en conmemoración del día 8 de marzo de 1908 en el cual las trabajadoras de una fábrica textil de Nueva York llamada Cotton declararon una huelga en protesta por las condiciones insoportables de trabajo. El dueño no aceptó la huelga y las obreras ocuparon la fábrica. El dueño cerró las puertas y prendió fuego muriendo abrasadas las 129 trabajadoras que había dentro.

(Ver movilizaciones en: http://feministas.org/convocatorias-8-de-marzo-2020-dia.html)

En este 8 de marzo “Día Internacional de las Mujeres”, en todo el mundo, las feministas desde hace más de un siglo, seguimos saliendo a la calle para exigir y defender nuestros derechos, pero sobre todo para la construcción de transformaciones sociales que pongan en el centro la sostenibilidad de la vida de las personas y del planeta. Nos sentimos vinculadas a movimientos feministas transfronterizos y transculturales que hacen frente al orden patriarcal, racista, colonizador, capitalista y depredador del medio ambiente.

Las feministas de Entrepueblos queremos visibilizar nuestra rabia e indignación, queremos denunciar internacionalmente los asesinatos, la persecución y la violencia ejercida hacia miles y miles de defensoras de la vida, del medio ambiente, en países donde empresas transnacionales extractivas, hidroeléctricas o del sector agroindustrial tienen intereses, a menudo en connivencia con los poderes políticos y económicos de los propios países. Muchas de estas defensoras son amigas, compañeras de sueños y hermanas de esperanzas:

Ellas han apostado valientemente por una vida digna y por la defensa de los bienes comunes. Como muchas defensoras, han arriesgado su vida, han sufrido violencia, algunas violencia sexual, intimidaciones, desestabilización de su entorno afectivo y familiar más íntimo. También deben hacer frente a procesos judiciales abusivos, por defender una vida digna y soberana, basada en la sostenibilidad, alejada de este sistema capitalista y patriarcal globalizado y dominante, que otorga cada vez más poder a empresas transnacionales y extractivistas.

Este sistema debilita también la función garantista de derechos de los Estados, desarrollando legislaciones y procedimientos de control social y limitación de la libertad de expresión y reivindicación, que conllevan una creciente tendencia de represión y violencia, con fuertes vulneraciones de derechos. De este modo se crean situaciones que impiden el análisis crítico y la denuncia de los impactos sobre las mujeres: desplazamientos, criminalización, desapariciones, empobrecimiento, marginación y violencia.

El sistema también blinda esa violencia a través de las fronteras y el racismo institucional. La violencia hacia los cuerpos y las vidas de las mujeres es exponencialmente más dura. Vemos como los Estados incumplen los derechos humanos y actúan de manera ilegal, causando las violaciones y las muertes y desapariciones a quienes se les impide la movilidad humana, y muy especialmente a quienes huyen de sus territorios por el expolio y conflictos medioambientales y armados. Ejemplo de ello es lo que está sucediendo ahora mismo en Grecia, o lo que sucede en nuestra propia Frontera Sur.

En muchos países del Sur Global y particularmente en América Latina han aumentado las agresiones, las amenazas y la criminalización de las defensoras de DDHH, de todos los movimientos sociales, también de los movimientos feministas.

En realidad se vive en un escenario de confrontación entre la acumulación de riqueza y el cuidado de la vida, que tiene fuertes implicaciones de género, pues los mercados especulativos de materias primas, los fondos de inversión, el extractivismo, los paraísos fiscales, las políticas de libre comercio, etc., provocan cada vez más lo que desde los feminismos conocemos como “conflicto entre el capital y la vida” que implica un conjunto de dimensiones: ecológica, de reproducción social, de cuidados, de salud, de representación política.

Frente a todo esto, nos solidarizamos con las luchas de las compañeras que arriesguen su vida para defender el agua, el territorio, los ecosistemas y sobreviven a los expolios y a las fronteras. Junto a ellas, continuamos exigiendo que se ponga freno a la impunidad de las transnacionales, que se asegure el acceso a la justicia para todas las mujeres agredidas por defender los derechos humanos. Seguimos compartiendo y apoyando su exigencia firme de ser protagonistas en el proceso de diálogo y construcción de la paz.

EXIGIMOS JUSTICIA SOCIAL Y CLIMÁTICA. Exigimos un decrecimiento económico, una transición ecosocial y una cultura regenerativa y feminista:

  • Que ponga fin a la impunidad y que se investigue el asesinato de Berta Cáceres y de todas las compañeras y compañeros que han luchado por la justicia social y el medio ambiente.
  • Que se suspendan todos los proyectos denunciados por las defensoras de derechos humanos.
  • La suspensión de las inversiones y del financiamiento proporcionados por las empresas y las Instituciones Financieras Internacionales, en los proyectos donde se denuncian violaciones de los DDHH.
  • El cumplimiento de los derechos humanos y el cuestionamiento del actual sistema de fronteras.

Por ello, mantenemos nuestro compromiso con las redes feministas, tejiendo vínculos para mantener la lucha de resistencia, para abordar los cambios sociales que fortalezcan la solidaridad, y para hacer del cuidado entre nosotras y las compañeras en otros movimientos sociales un principio fundamental, referente de valores éticos y acción política por la libertad, la vida, la equidad, la paz y la sostenibilidad.

 

COMISIÓN FEMINISMOS DE ENTREPUEBLOS-ENTREPOBLES-ENTREPOBOS-HERRIARTE

Miriam Nobre “Las mujeres son la variable de ajuste en un sistema que hace imposible la vida”

Miriam Nobre (Brasil, 1965), miembro de la Marcha Mundial de Mujeres, ha incorporado a la dieta algunas raíces que comunidades tradicionales de Vale do Ribeira (São Paulo) mantienen en su alimentación, libre de la “homogeneización alimentaria que sufrimos en la ciudad”. Dice que comer le hace bien, al cuerpo y también al coraje, todavía más necesario en tiempo de crecientes ataques a los derechos y a las personas que los defienden. Con la entidad Sempreviva Organização Feminista, Nobre trabaja en proyectos de agroecología y economía feminista. Son dos piezas de la resistencia que el activista considera que hay que extender y enredar ante los abusos empresariales y contra el miedo que el ultraconservadurismo consigue movilizar. A tocar del primer año de la victoria electoral del exmilitar Jair Bolsonaro, Nobre ha estado en Barcelona para participar en la jornadaLa bolsa o la vida: transnacionales y feminismos”.

Meritxell Rigol – El Crític – con la colaboración de Cataluña No a los TCI

Nueve meses después de la llegada de la ultraderecha a la presidencia de Brasil, ¿los y las activistas habéis detectado más indefensión e impunidad que antes del gobierno de Bolsonaro?

La inseguridad por las activistas crece desde el golpe [el proceso de destitución de Dilma Rousseff, que en 2016 puso punto final a trece años de gobierno del Partido de los Trabajadores]. Desde el 2016, el grado de ofensiva contra las mujeres que luchan por la defensa de sus territorios, indígenas, quilombolas, campesinas, ya iba creciente. El que pasa ahora es que aumenta la sensación de impunidad ante estos crímenes. Cuando hubo el golpe, preguntamos a las compañeras como lo sentían a las comunidades y nos explicaban que había cambiado la forma como los terratenientes las miran, porque saben que ya no tienen el apoyo a escala nacional que tenían para luchar. El que veo que ha cambiado después de las elecciones es la criminalización de las luchas. Se utiliza la excusa de la corrupción por punir la gente activista. A São Paulo, de donde yo soy, por ejemplo, se ve en el movimiento de lucha por la vivienda. El discurso de la corrupción para criminalizar los movimientos sociales se ha intensificado después de la elección de Bolsonaro y se suma el discurso de odio. También es característico de este periodo, como también lo son las amenazas a través de las redes sociales. Son amenazas que no son directamente del Estado, pero sí del grupo social y las organizaciones que sustentan Bolsonaro. Una compañera que organizó el Frente Evangélico por el Aborto Libre ha sufrido mucha presión y se ha exiliado.

¿Las defensoras de los derechos de las mujeres están sufriendo la intensificación de los ataques?

Son blanco de los ataques todas las personas que defienden el territorio: el territorio-naturaleza y el territorio-cuerpo. Las feministas son un blanco porque el discurso que sustenta Bolsonaro es un discurso conservador. La gente que está en situación de inseguridad por el ultraneoliberalismo; la gente que no tiene trabajo o que está súper explotada, quiere seguridad. Y tiene una seguridad basada en la familia tradicional. Las feministas y las personas no conformes a las normas de género son la amenaza de destruir esta seguridad. Se presenta la ideología de género como el gran problema que hay que gestionar y ha conseguido movilizar mucho. Han aumentado los asesinatos de mujeres ‘trans’ cometidos con crueldad y todas las políticas de fortalecimiento de las mujeres, en el plan económico y cultural, han caído. Yo trabajo con campesinas y las políticas de fortalecimiento por este colectivo ya iban cayendo desde la vez, pero ahora se han ido del todo. En un contexto de gran desocupación, explotación de la gente y endeudamiento -que es una manera de mantener la gente funcionando, trabajando explotada-, los espacios políticos que gana la extrema derecha se sostienen en el miedo que la situación pueda empeorar; miedo de perder poder dentro de tu familia.

Según muchas activistas brasileñas, la actividad económica y los puestos de trabajo generados por las empresas transnacionales en los territorios donde viven no suponen desarrollo. ¿Qué es desarrollo, desde su perspectiva?

Mejor no utilizar el término desarrollo. Transmite la idea que el objetivo es llegar a reproducir el funcionamiento de la sociedad y la economía en el Norte global, que solo funciona porque explota las personas y la naturaleza en el Sur. Tenemos que reconocer que las comunidades sustentan la vida y también que hay límites. La idea de progreso, de desarrollo, de crear lugares de trabajo, es un mecanismo de seducción que, junto a la coacción, mantiene el sistema. Pero después encontramos, por ejemplo, como la empresa Vale, con la explotación minera, ha asesinado el río Doce; lo ha contaminado con tóxicos. Es un río enorme que pasa por varios estados, por varias comunidades, del cual viven pescadores, y con ciudades próximas, de donde la gente consume el agua. La intensidad de la explotación minera hizo que se rompieran los diques que contenían los residuos. La contaminación llegó al mar. Al romperse los diques, la destrucción fue enorme y murieron más de 200 personas. ¿Por qué se intensificó tanto la explotación minera? Habían bajado los precios y necesitaban un nivel de comercialización que mantuviera los beneficios de los inversores. Lo peor es que no tenemos mecanismos porque situaciones como estas no se repitan.

El Estado español es el que más invierte en el conjunto de América Latina y es a la vez el que recibe más inmigración proveniente de la región. ¿Hasta qué punto el poder corporativo tiene que ver con las decisiones, o necesidades, que llevan a las personas a emprender migraciones de países del Sur en el Norte global?

Si las empresas destruyen las condiciones de supervivencia de las personas a sus países, llega un momento en que no queda otra que migrar. Y así se sustenta una cadena internacional de curas. Aquí se necesitan muchas curas. Muchas de las mujeres que migran se dedican a cuidar. Así, aquí se resuelve la situación y no se buscan maneras colectivas de cuidar las personas, sobre todo, las personas grandes. Se individualiza el problema en cada familia, que lo resuelve mercantilizando la cura de manera precarizada. A la vez, las mujeres que trabajan de cuidadoras envían remitidas a sus países, que así cuentan con divisas. Estas divisas sirven incluso para pagar los royalties [pago por el uso de patentes o de un producto] a las transnacionales que tienen actividad. Son dinero que envían las empresas a sus países de origen. Incluso pasa con McDonalds. ¡Ya sabemos hacer bocadillos en Brasil! ¿Por qué tenemos que enviar royalties en los Estados Unidos para hacerlos? Pero el hecho es que tenemos que enviar divisas y en América Latina muchas veces provienen de las remesas de las personas migradas. Es un círculo con un alto grado de explotación.

En el proceso de acumulación de poder por parte de las transnacionales, ¿qué papel juegan los Tratados de Comercio e Inversión?

Los mecanismos de acumulación controlados por las transnacionales ya los tenemos instaurados en los países. Los tratados, a medida que se van definiendo, el que hacen es que sea muy difícil volver atrás y cambiar la situación. En Brasil lo vemos en el caso de la educación superior: en los años de gobierno Lula-Dilma hubo una expansión del acceso a la educación superior. El gobierno de Bolsonaro ha recortado mucho el presupuesto de las universidades. Ahora en octubre, ya no tienen dinero para el funcionamiento cotidiano. Van poniendo algo más aquí, algo más allá… y esto incluye mucha presión a los rectores de las universidades. El recorte ha afectado todas las universidades, pero en un inicio el ministro de educación dijo que recortaría en aquellas en las que hubiera “lío”; es decir, aquellas en las que hay vida, militancia, reflexión… La alternativa que da el gobierno a la caída de los apoyos económicos a los estudiantes con bajos recursos es un programa de financiación privada de las universidades públicas, a través de vender acciones de las universidades públicas a la bolsa. Esto crea las condiciones para las negociaciones de servicios que están en juego en el acuerdo entre la Unión Europea y Mercosur. Los tratados hacen que privatizaciones como esta se vuelvan una regla y no se pueda volver atrás.

Ante los impactos de la actividad económica de las transnacionales sobre las personas y la natura, tenemos que mirar hacia las comunidades tradicionales y aprender, según tu parecer.

A las comunidades, no todo funciona perfecto. Tenemos que crear espacios en los que las mujeres puedan expresar sus deseos, reconocer lo que tiene que cambiar en la experiencia de las comunidades, y también lo que es bueno, y crear condiciones porque estas experiencias se expandan hacia más territorios. Tenemos que encontrar otras maneras de organizar la vida. Esto entra en choque con la estructura del gobierno de Bolsonaro. Defiende una ideología conservadora que está en acuerdo con el proceso de acaparamiento brutal que las transnacionales quieren hacer en nuestro país. Y las mujeres viven al núcleo de esto: para conseguir el grado de explotación del trabajo y de la naturaleza que vuelan y que algunas personas continúen vivas y trabajen para ellos. Las mujeres, para las familias, hacen de almohadilla. Las mujeres están súper explotadas en el trabajo remunerado y en trabajo no remunerado en las casas. Lo hacen porque quieren a los suyos, porque queremos sostener la vida, y a la vez es una energía que está sosteniendo las cosas tal como están. Es contradictorio. Las mujeres son la variable de ajuste en un sistema que hace imposible la vida.

¿Cómo podemos reformular la economía para orientarla hacia el ‘buen vivir’?

Por ejemplo, yo trabajo en el plan local, y a las comunidades, con las mujeres, intentamos fortalecer la producción que tienen en su patio. Combinamos la producción para el consumo propio, el de la familia y el de la comunidad, y para la venta, que permita tener acceso a dinero, porque vivimos en una sociedad hegemónicamente capitalista en la que necesitamos dinero. Desde esta experiencia de equilibrio entre entrada de dinero y producción para el autoconsumo, la donación y el canje, intentamos estar en relación con las personas de la ciudad, porque consumen de manera diferente. Y esto quiere decir un compromiso político, incluso para encontrar tiempo en la vida para cocinar y hacerlo de manera compartida. Tenemos que producir el buen vivir desde nosotros mismas, empezando para limpiarnos la casa y prepararnos la comida. Tenemos que ampliar las posibilidades de hacerlo ante los ataques que recibimos las comunidades, tanto al campo como la ciudad, donde hay gente que, por ejemplo, lucha por la vivienda, okupa o intenta producir alimentos, disputándose el espacio metro cuadrado a metro cuadrado con el capital.

En el reto de construir resistencias ante el poder de las corporaciones, ¿atribuyes un papel específico a las mujeres?

Sin sobreresponsabilizar a las mujeres, pienso que la experiencia de cuidar, de estar atentas a las personas, nos da una mirada necesaria en el momento que estamos viviendo. Llevar esta experiencia al hacer política es vital. Hay que fortalecer las iniciativas de resistencia, crear relación entre sí y contar con territorios de libertad en un momento de tanto acoso y odio. Tenemos que conservar las semillas de esperanza y libertad. Y vivirlas. Necesitamos vivirlas ante los ataques que la gente está sintiendo al cuerpo y a la salud mental. El reto es como autocuidarnos para no ser capturadas por su esfuerzo de aplastarnos con el miedo y mantener la crítica en todos los ámbitos de la vida.